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EL PODER CAMBIA TU MENTE, Y ESO NO SIEMPRE ES ALGO BUENO.
Experimentar el poder cambia la forma en que piensas, percibes y te relacionas. «[Crea] una distancia psicológica entre la persona poderosa y todo lo demás», dice Batia Wiesenfeld, profesora de gestión en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Verás este hecho manifestado de muchas formas. Las personas influyentes piensan (y hablan) de manera más abstracta que sus compañeros menos poderosos. También son más optimistas y menos sensibles al riesgo, porque cuando piensan en algo a largo plazo, tienden a considerarlo en términos de conveniencia más que de viabilidad. Esto significa que, a veces, ponen demasiado énfasis en el resultado, en lugar de lo que necesitan…